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La luz, el dolor, la belleza…

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Birmania

Fotógrafo autodidacta nacido en Barcelona, Jesús G. Pastor ha publicado en el ámbito nacional e internacional (Público, La Vanguardia, Sunday Times, Wall Street Journal, Africa Travel Magazine…) colaborando en el campo del fotoperiodismo con ONGs como Amnistía Internacional y agencias como Corbis, Demotix, Scanpix, 50&Più y Global Voices.

Finalista en Travel Photographer of the Year 2013, combina sus colaboraciones con el Huffington Post y Periodismo Humano con trabajos como fotógrafo de confianza de Google y profesor de fotografía en Nikon School y en el Grado Superior de Imagen y Sonido de FP. Hoy pasará por nuestro Tercer Grado…


¿Cuánto tiempo hace que se dedica a la fotografía como profesión?

Estudié periodismo y publiqué las primeras fotografías como simples ilustraciones de los reportajes a mediados de los 90, pero la fotografía no era mi profesión, yo aprendía a ser periodista. Transité del texto a la imagen a lo largo los años, cambié de profesiones, de países… Trabajé como cooperante con supervivientes de mina antipersona en Bosnia, en comunicación corporativa con Amnistía, fui educador social en prisiones, profesor de español en Beirut, estudié literatura, antropología… y la fotografía permaneció, supongo que siempre estuvo ahí.

¿De dónde viene su vocación?
La teoría poética explicaría que nació con mi primera cámara, una vieja reflex analógica: mi padre me la prestó cuando me marché a Bosnia a finales de los noventa, para tres meses… Me quedé en Mostar un año y medio, y todavía no le he devuelto la cámara… La mundana señalaría a la precariedad del periodismo, al ‘por el texto 10.000 pesetas, por texto y fotos, 15.000′. Y mencionaría cierta compulsión por observar y analizar, además de causalidades que se me escapan…

¿Cuál es el género fotográfico al que más se ha dedicado?
A fotografiar la vida a través de los viajes, el fotoperiodismo y los retratos, para mi lo más interesante de la fotografía es el encuentro con el otro. También he tocado fotografía comercial de todo tipo, y últimamente me interesa mucho la docencia, se aprende tanto enseñando…

¿Cuáles considera que son sus referencias fotográficas? ¿Quién o qué ha inspirado su forma de ver la fotografía?
Uf, qué complicado. Ver la fotografía es ver la vida. Inicialmente, periodistas implicados como Wallraff, Kapuscinski, Bru Rovira… Vivir en Bosnia y viajar un par de años por Asia. Un diálogo fugaz con Javier Bauluz, varios con Llorenç Raich, las personas que te acompañan, siempre influyentes e inspiradoras. Las pinturas negras de Goya, Caravaggio, cine, literatura, antropología… ah, y Antepupila, un poema de Valente. La lista de fotógrafos es inacabable, Salgado, Bresson, Koudelka, Petersen…

¿Recuerda su primera foto profesional?
¿Publicada? En el periódico de barrio Ciutat Nord. No recuerdo cuál fue, pero sí que salió de un carrete de blanco y negro revelado en el baño con cariño y paciencia.

¿Recuerda cuánto le pagaron por ella?
Allí trabajabas para aprender. La primera pagada fue un retrato a Luis del Olmo cuando estaba amenazado por ETA, diapositiva color. Pagaban 30€ por foto. Los precios y las condiciones laborales han caído dramáticamente… y lo que queda.

¿Cuáles son las ventajas que encuentra en la fotografía digital?
Lo difícil sería encontrarle defectos. Precio, ecología, democratización, velocidad, la posibilidad de revisión inmediata y el inmenso aprendizaje potencial que conlleva…

¿Qué echa de menos de las analógicas?
Las cualidades antagónicas: su lentitud en el disparo y en el revelado. Cuando cada clic era tu dinero, pensabas más y fotografiabas menos, afinabas más el ojo, eras más paciente. Y el revelado era más emocionante, a veces aparecía de la nada una fotografía que ni recordabas haber hecho… En cualquier caso, no compensa, me quedo con la digital.

¿Qué pieza de su equipo valora más?
Mis ojos y cualquier pieza versátil y eficiente, la adecuada para ese momento. Lo accesorio suele distraernos de lo esencial, que es la mirada y la intención, la cámara es una herramienta necesaria, obviamente, pero si Kafka escribía con lápiz, pluma o máquina de escribir es absolutamente irrelevante… lo esencial era su cabeza y sus entrañas.

¿Qué foto le gustaría hacer que todavía no haya conseguido?
Tantas, tantas… Todas las que me sorprendan, me intriguen, me emocionen. Las que denuncien injusticias o contengan utopías y generen reacciones. Las que transformen lo local en universal, las trascendentes… La belleza y el dolor te asombran cuando menos lo esperas.

¿Qué destacaría con orgullo del mundo de la fotografía?
La obsesión por mirar, más allá de la mirada voyeur, cínica o sensacionalista. Me gustaría creer que mirando con respeto el tiempo suficiente uno puede librarse de prejuicios muy profundos y comprender, aunque sea sólo un instante, el mundo que habitamos. La fotografía es un magnífico pretexto para buscar respuestas, para mirar a los ojos de la gente…

¿Qué le gustaría eliminar, si pudiese?
Al fotógrafo intrépido y salvapatrias, al poco humilde, al hiriente, al que saquea la realidad más que mimarla, al que le emociona más lo fotografiado que lo vivido. Y, puestos a pedir, no estaría mal reducir la avalancha de ruido informativo y visual cotidiano…

¿Qué tres libros de fotografía nos recomienda?
De fotografías, Leros, de Alex Majoli, Éxodos o Sahel, de Sebastiao Salgado y Latidos de un hospital, de Tino Soriano.
Sobre fotografía, Otra manera de contar, de John Berger y Jean Mohr, Ante el dolor de los demás o Sobre fotografía de Susan Sontag y La genialidad de la fotografía, de Gerry Badger.

Nos puede decir, qué exposición fotográfica de las que ha visto más le ha impactado…
Han sido dos. Una la vi en Beirut, organizada por Zakira, una ONG libanesa fundada por el fotoperiodista Ramzi Haidar. Formaron a un grupo de críos de Sabra y Chatila, les dieron cámaras desechables y las fotografías eran tan íntimas, con tanta dignidad, tan alejadas de los estereotipos…
Su antítesis, las fotografías de Nhem Ein, el fotógrafo de la prisión S-21, en Phnom Phen. Retrató a muchas de las 15.000 personas que pasaron por allí antes de ser torturadas y asesinadas. El peso de la memoria en esas imágenes es tan doloroso, tan brutal…

Por favor, explíquenos alguna anécdota curiosa que le haya ocurrido realizando alguno de sus trabajos.
En Cachemira olvidé una mochila en un bus: pasaporte, dinero, portátil y un disco duro con ocho meses de fotografías. Horas después, un adolescente que había conocido en el bus se encontró a una pastora con la mochila a la espalda, se la reclamó como suya, me localizó y me devolvió todo, demostrando que el universo puede ser un lugar amigable, que diría Einstein.

¿Hacia dónde cree que camina la fotografía?
Sabemos que la fotografía está en plena transformación, más cámaras, menos medios de comunicación tradicionales, más internet, infinidad de posibilidades, millones de fotografías nuevas cada día… Los tecnofóbicos hablan de apocalipsis, los tecnofílicos, de paraíso. Sí, el ruido visual está llegando a niveles cegadores, pero también aumenta el número de miradas que nos sorprenden y nos interrogan. Todo será cuestión de filtrar y observar…
La fotografía camina hacia donde caminó siempre, hacia la observación, el descubrimiento y la comprensión del mundo, hacia el encuentro con el otro, la compasión y la empatía, hacia la luz y la belleza…

[ Palabras: charlando con Nikonistas para su Tercer Grado. ]

[ Fotografía: Kalaw (Birmania), marzo de 2007 ]

Más en Jesús G. Pastor, un fotógrafo.


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